¿Por qué Dios nos ama incondicionalmente?

El inquebrantable amor de Dios

Pese a nuestra maldad, el amor de Dios por nosotros permanece inquebrantable. Es inmenso como los cielos y su fidelidad se eleva por encima de las nubes. Su justicia es comparable a las imponentes montañas, y su equidad se asemeja a las profundidades del océano.

¡Protección y provisión divinas!

El amor inefable de Dios es un refugio para todos los seres humanos. Bajo la sombra de sus alas, encontramos protección y sustento. Nos alimenta con la abundancia de su casa y nos sacia con las delicias de su presencia.

Fuente de vida y luz

Dios es la fuente de toda vida, la luz que ilumina nuestro camino. Su amor inagotable nos sostiene y nos empodera. Oramos para que derrame su amor sobre quienes lo aman y conceda justicia a los de corazón íntegro.

Protección contra la opresión

No permitiremos que los orgullosos nos opriman ni que los malvados nos desanimen. Los malhechores han caído y nunca se levantarán. Dios es nuestro protector, nuestro escudo contra la adversidad.

Preguntas frecuentes sobre el Salmo 36: El amor inquebrantable de Dios

¿Por qué los malvados prosperan a veces? (v. 1-4)

Los malvados no temen a Dios y se engañan a sí mismos sobre su propia maldad. Conspiran el mal y evitan hacer el bien.

¿Qué tan grande es el amor de Dios? (v. 5-9)

El amor inquebrantable de Dios es ilimitado, como los cielos. Su fidelidad es inquebrantable, como las nubes. Su justicia es firme, como las montañas. Su cuidado se extiende tanto a los humanos como a los animales.

¿Cómo podemos experimentar el amor de Dios? (v. 7-9)

Podemos encontrar refugio bajo las alas protectoras de Dios. Él nos alimenta con la abundancia de su hogar y nos permite beber del río de sus delicias. Él es la fuente de la vida y la luz que nos guía.

¿Cómo podemos protegernos de los malvados? (v. 11)

Debemos confiar en el amor inquebrantable de Dios y orar para que nos proteja de los orgullosos y los malvados.

¿Qué les sucede a los malvados? (v. 12)

Los malvados son derribados y nunca se levantan de nuevo. Su maldad los destruirá.

Subir