¿Quiénes son los impíos que Jesús matará?

La verdad según el Salmo 17

El Salmo 17 describe a los impíos como aquellos que buscan refugio en este mundo y sus placeres. Creen que la felicidad y la satisfacción se encuentran en las riquezas, los honores y los logros terrenales. Sus corazones están cerrados a Dios y a su amor.

Dos tipos de personas

Según el Salmo 17, existen dos tipos de personas: los impíos y los justos. Los impíos viven para este mundo, mientras que los justos viven para Dios. Los impíos buscan la satisfacción en las cosas terrenales, mientras que los justos buscan la satisfacción en Dios.

¿Soy impío?

Para determinar si somos impíos, debemos preguntarnos dónde está nuestra porción. ¿Buscamos la felicidad y la satisfacción en las cosas de este mundo? ¿O buscamos a Dios como nuestra fuente de satisfacción?

La esperanza está en Jesús

La respuesta a esta pregunta no depende de nuestra propia fuerza. Jesús murió y resucitó para crear un pueblo que busca su rostro y encuentra satisfacción en su presencia. Aquellos que creen en Jesús y lo siguen son liberados del poder de la impiedad.

Mirando a Jesús

En lugar de confiar en nosotros mismos, debemos mirar a Jesús. Él es nuestro tesoro y nuestra satisfacción. Cuando nos concentramos en él, el deseo de las cosas terrenales disminuye y nuestro deseo de Dios aumenta. En su presencia, encontramos la verdadera felicidad y satisfacción.

Preguntas Frecuentes

¿Quiénes son los malvados que Jesús matará?

Según el Salmo 17, los malvados son aquellos cuya "porción está en esta vida" (v. 14a). Son aquellos que se centran en las cosas materiales y temporales, en lugar de en Dios.

¿Cómo debemos responder a la pregunta de si estaríamos satisfechos con el cielo sin Jesús?

Nuestra respuesta a esta pregunta determina si somos malvados o no. Si no estaríamos satisfechos con el cielo sin Jesús, entonces nuestro corazón está puesto en las cosas de este mundo y no en Dios.

¿Cómo podemos ser salvos de la maldad?

No podemos salvarnos de la maldad por nuestra propia fuerza. Necesitamos la gracia y la misericordia de Dios, a través de Jesucristo. Él murió y resucitó para crear un pueblo que se deleita en su presencia y le contempla con satisfacción (Salmo 17:15).

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